lunes, 2 de octubre de 2006

Mañana será otra lucha

Deambulo por la noche esperando la mañana para volver a mi casa a enfrentar el nuevo día.
En la heladera no hay nada, y con la panza vacía me tomo el último whisky antes de romper la alcancía. Es para juntar coraje al enfrentarme al contexto de un par de monedas locas y ese chancho medio muerto, que me mira en su agonía con cierto resentimiento, porque él también tuvo hambre y no supe mantenerlo.
En el diario no hay laburo y la botella esta vacía, al igual que mi cabeza por la falta de energía.
En la calle las chicas con jumper esperan el colectivo para ir al colegio. ¿Por qué se llaman jumpers? ¿Sirven para saltar? En Japón las chicas se visten de marineritas. Hace tanto tiempo que yo fui estudiante que recuerdo muy poco de todo eso. A Japón no fui nunca, así que tampoco me acuerdo de eso. Casi no me acuerdo de nada. Nunca tuve buena memoria, pero en algún momento empecé a perderla, y ya no recuerdo cuando fue.
La pava chilla avisándome que ya está el agua, cuando entro en la cuenta de que se acabó el café. Afuera el viento sopla con ganas y los jumpers se levantan.
Pensar que llegó la primavera. Por suerte aún quedan días grises como el de hoy, para ponerme melancólico junto a una buena taza de café mientras miro por la ventana. Si tuviera café sería aún mejor. Si tuviera buenas razones para ponerme melancólico, más.
¿Será que extraño mis épocas de secundario? ¿Hay motivos para extrañar? Seguro que sí, pero en esos tiempos uno está con la cabeza en otra y nunca disfruta el momento. Supongo que eso pasa a lo largo de toda la vida, y me pregunto si después habrá tiempo para arrepentirse de eso. ¡Claro que hay! Se supone que el infierno es para eso, para arrepentirse; ¿o eso era el purgatorio? No sé, estoy confundido, debe ser por el whisky. Mejor recojo los restos del chancho y les doy una buena sepultura en el fondo del tarro de basura. Si no fuera de porcelana, se convertiría en mi almuerzo, pero prefiero pensar en cómo la estará pasando en el purgatorio en estos momentos.
El colectivo llega y las chicas se van. Ya no escucho sus risas. Tampoco escucho la radio porque me cortaron la luz.
Las marineritas de Japón seguro que no saben nada de barcos o nudos margarita.
Me voy a dormir. Mañana será otra lucha.
¿Dónde dejé las monedas?

E.M.B

No hay comentarios.:

Publicar un comentario