Voy a seguir robando con el conejo, dirán algunos (y todavía falta). Junto a las manos y notebook de una futura blogger, un playmobyl (presumiblemente mayor de edad, por la barba) se encontró con el conejo y no resistió la tentación de probar el contenido de la botella misteriosa (no creo que sea sidra, parece que pega fuerte).
¡Salud! |
¡Quiero más! |
Lamentablemente me quedé sin baterías en la cámara y no pude seguir documentando el hecho en imágenes; y no me animo a contar lo que pasó después. Sólo digamos que el señor de barba ya no la tiene, y que en el proceso de quitársela perdió también su peluca y cayó en una terrible depresión al descubrir que no tiene orejas. Lo bueno fue que el conejo se apiadó de él y le regaló las suyas. Las cosas que hace el alcohol...
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