Cacho tenía un pequeño taller mecánico a unas cuadras de su casa. Él y su hermano Facundo lo trabajaban y tenían clientes fieles en el barrio.
Ése sábado como tantos otros, los hijos de Cacho, Almudena y Federico, se habían instalado en el taller. Mientras los grandes se entretenían haciendo reformas en el citroen 3cv de Facundo, los chicos correteaban por el taller pateando una pelota hecha de estopa.
Cacho era un tipo de mucha paciencia e incluso algunos lo consideraban algo lento. Pero en realidad él se tomaba su tiempo para pensar las cosas. Facundo era más impulsivo. Es por eso que la discusión sobre cómo darle la curva al guardabarros del auto alcanzó su apogeo cuando Facundo agarró a mazazos la chapa mientras gritaba: -¡Es mi auto y lo quiero así!
Cacho, como buen hermano mayor intentó calmarlo diciendo que la idea no era muy clara y que lo mejor era plantearla detalladamente. –En esa mesa hay unos papeles, si querés lo dibujamos y vemos si funciona -le dijo.
Al empezar a bosquejar el citroen, Facundo notó que los chicos se estaban poniendo bastante ruidosos, lo que hacía flaquear su concentración y su poca paciencia. Por eso les propuso a los nenes que se sentaran a dibujar un rato también.
-¿Y qué dibujamos?
-No sé, algo que les guste, o algo que quisieran tener.
-Claro, su tío por ejemplo está dibujando el auto que le gustaría tener, aunque sea imposible de armar.
Después de una acalorada discusión respecto al último comentario de Cacho que no terminó a las patadas por la oportuna intervención de los infantes, los hermanos fueron unidos y siguieron con su proyecto.
Federico, que había heredado la buena mano de su padre para el dibujo, sorprendió a su hermana al mostrarle la imagen de una botella bastante rara.
-¿Eso es lo que querés?¿Una botella de vino?
-No tarada, es una botella mágica, de esas que tienen un genio adentro. Pero éste hace realidad todo lo que uno dibuje.
-Me gustaría que ese genio fuera real
-¿Ese es tu deseo?
-¿Y cómo sale el genio?
-Sacando la tapa.
-Bueno, vos sacála que quiero ver qué pasa.
Federico hizo unos gestos como de mago y con el dedo y un poco de baba borró la tapa de la botella hecha con lapicera azul bic trazo medio.
Y el genio apareció.
Cacho y Facundo, ajenos a lo que pasaba, se cayeron de culo cuando vieron aparecer al genio envuelto en una nube azul.
Luego de presentaciones varias y de repetidas explicaciones por parte de los chiquillos, quedó establecido que el hombre de la botella era un genio y que cada uno podía pedirle un deseo en forma de dibujo.
-Lo que dibujes se vuelve real. Un dibujo por persona. No acepto reclamos.
Almudena pidió ser la primera, y con un fibrón rojo garabateó algo rápidamente y se lo dio al genio.
-¿Y esto qué es?-Preguntó el mago.
-Es una muñeca que habla.
El genio hizo un ademán y frente a la niña apareció la muñeca más fea que se haya visto jamás. Era un mamarracho pelirrojo.
La niña pateó al monstruito colorado y se fue a desenredar la estopa.
-¡Siguiente!-Bramó el mago.
-¡Yo! Yo dibujé esto.
-¿Y qué es?
-Una número cinco firmada por el Diego.
Ante el chico apareció entonces un reluciente fútbol con olor a cuero nuevo y la firma del 10 estampada.
-¿Quién sigue? Bramó el aparece cosas.
Hasta ese momento padre y tío habían permanecido observando con ojos desorbitados y mandíbulas pegadas al piso. A Facundo le brillaron los ojos. Se sentó y empezó a dibujar muy concentrado. No iba a cometer el mismo error de su sobrina. Debía cuidar hasta el más mínimo detalle. Pasados unos minutos se levantó veloz y con una gran sonrisa le entregó al genio una pequeña hoja llena de garabatos y números.
-¿Y esto qué es?-preguntó el desembotellado esta vez más perplejo y perdido que antes.
-¡Pero si está clarísimo! ¡Es el plano del auto de mis sueños!
-¡Sea!-dijo el genio señalando a la calle.
En medio de la calle apareció una mesa larga cubierta de papeles. Facundo sin entender nada corrió a ver de qué se trataba. Sobre la mesa había un plano gigante hiperdetallado del auto de sus sueños, con despieces incluidos, además de bocetos a color, vistas a escala real y especificaciones mecánicas necesarias para su construcción.
Facundo no podía creerlo. ¿Cómo pudo saber de qué color lo quería? ¿Cómo conocía el tapizado que él soñaba? ¿Cómo supo el color de las luces del piso o el tamaño y la potencia de los parlantes?
¿Cómo adivinó la marca del equipo de audio? ¿Cómo no se dio cuenta que él quería EL AUTO y no...eso? ¿O acaso todo fue su culpa?
La explosión de un trueno lo hizo volver a la realidad y notó que caían las primeras gotas de lluvia y los planos no eran impermeables. De última se los vendía a alguna empresa y se hacía rico con la idea; aunque si no se apuraba se perdía todo. Pero no iba a poder entrar los planos él solo.
Entonces recordó que su hermano seguía adentro con el genio. Tenía que pararlo antes de que cometiera un error como el suyo. Se dio vuelta para llamar a Cacho y vio que éste corría hacia él con un papel en la mano.
-Te vengo a ayudar con eso.
-¿Qué tenés ahí?
-Es que te vi, y como llovía, y estaba pensando qué dibujar, no me di cuenta y se me escapó un dibujo.
-¿Qué hiciste?
En eso apareció ante ellos el desembotellado y extendiendo sus manos entregó a Cacho un hermoso paraguas.
-Pero...yo no...vos no me preguntaste qué era eso.
-Es que tu dibujo es muy bueno.
-Si casi ni te di tiempo de ver el dibujo...
-Los deseos vienen de los dibujos, pero también vienen del corazón -dijo el genio convirtiéndose en una nube azul y desapareciendo repentinamente. Junto con él desapareció la lluvia.
Cacho miró a Facundo y viceversa. Recogieron todo y se fueron adentro. Los chicos correteaban y pateaban la pelota con la firma del Diego. La muñeca fea llamaba a mamá desde el fondo de la fosa. El dibujo de la botella ya no estaba. Nunca volvieron a ver al genio ni tampoco hablaron más del tema.
Epílogo
Almudena quedó tan indignada con el aspecto de la muñeca que se la regaló a su abuela que vive sola. La vieja feliz porque ahora tiene con quien conversar. Es que la muñeca resultó ser de lo más charlatana. La pinta es lo de menos. Además, la pobre anciana ya no ve un carajo.
Federico es la envidia de la cuadra por su nueva pelota. Si hasta juega mejor que antes. Hace una semana hizo siete goles y uno lo metió con la mano. No, no se lo anularon.
Facundo nunca pudo vender sus planos pues nadie le dio pelota (a Fede sí). Se metió en varios concursos de diseño pero sigue esperando respuestas. Por las dudas va a empezar a estudiar diseño industrial, y espera crear algo mejor que el auto de sus sueños.
A la mesa que tenía los planos se la donaron al comedor de la iglesia. Nunca se explicó por qué la mesa si él no la dibujó.
Cacho sigue trabajando en el taller y los sábados lucha con el citroen de su hermano y sus curvas imposibles.
El paraguas, como buen paraguas, después de un par de usos se rompió. Igual Cacho lo arregló con un alambre, pero ya no lo usa más porque es muy grande y no le entra en el bolsito.
Aún se sigue preguntando qué le hubiera pedido al genio. Se consuela con las palabras de éste cuando le dijo que los deseos vienen del corazón. Tal vez no necesitaba nada, pues es feliz con lo que tiene, y por eso innatamente buscó ayudar a su hermano. Pero Facundo nunca se lo agradeció. Hasta el día de hoy, cada vez que recuerda el incidente se le ríe en la cara. Por suerte Cacho tiene paciencia. Además sabe que de estar en su lugar haría lo mismo: reírse...para no llorar.
E.M.B.
21/02/07
No hay comentarios.:
Publicar un comentario